Ignacio Sánchez Mejías nació el 6 de junio de 1891 en Sevilla, en la calle de la Palma hoy, Jesús del Gran Poder. Fue bautizado en la parroquia del barrio popular sevillano de San Lorenzo; el barrio donde nació Gustavo Adolfo Bécquer y llamada hoy del Jesús del Gran Poder. Era hijo del doctor José Antonio Sánchez Martínez, médico cirujano de la Beneficencia Municipal de Sevilla, y de su mujer, María de la Salud Mejías y Díaz, miembro de una familia burguesa sevillana. No se dedicó a los toros por hambre.
Los estudios de bachillerato los alterna con sus entrenamientos como torero, acompañando a Joselito, en la huerta El Lavadero. Cegado por la afición, se escapa de su casa, y con Enrique Ortega "el Cuco" marcha de polizón a Nueva York, donde no le dejan desembarcar. Por mediación de un hermano residente en México, consigue quedarse en Veracruz, donde trabaja en múltiples oficios... En 1911, después de regresar de México, actúa en España a las órdenes de Fermín Muñoz, Corchaíto y con él vuelve a América aquel invierno, haciendo la campaña de México. El 12 de marzo de 1913 torea en México una corrida mixta en la que actúa el sevillano Rerre como matador de cuatro toros e Ignacio como novillero frente a dos novillos. De vuelta a España trabaja a las órdenes de Cocherito de Bilbao y más tarde de Machaquito, destacando ya entonces su gran categoría de banderillero, suerte que ejecutaría siempre de gran manera.
Ignacio quiere ser torero y alternando con Luis Suárez Magritas, torea en Madrid el 7 de septiembre de 1913 una novillada del hierro de Fernando Villalón. Lidia varias novilladas la temporada siguiente y triunfando en la del 31 de abril de 1914 en Córdoba, con novillos de Miura, destacando en el sexto, que brinda a su antiguo jefe Machaquito, cuajando faena brillantísima.... El 21 de junio del mismo año hace su presentación en Sevilla, con novillos del hierro de Carvajal en un mano a mano con José García Alcalareño. Al entrar a matar fue cogido gravísimamente, con rotura de la vena femoral profunda, que hizo que su carrera como matador se resintiese, hasta el punto que en la temporada siguiente actúa como sobresaliente en México y en Bilbao. Ya recuperado totalmente de la grave cogida como banderillero está totalmente consagrado y aumenta su prestigio al actuar en las cuadrillas de Rafael el Gallo y de Joselito, con una hermana de los cuales contrae matrimonio. En los años siguientes sigue brillando como banderillero y peón de brega, singularmente con Joselito.
El 8 de agosto de 1918 reaparece en Sevilla como novillero; toreando varias novilladas más, y es cogido en Écija sin graves consecuencias... Tomó la alternativa en Barcelona, de manos de su ya cuñado Joselito y con Belmonte de testigo, el 16 de marzo de 1919, que le cedió la muerte del toro Buñolero, de los hijos de don Vicente Martínez, al que realizó una gran faena y del que cortó una oreja y saliendo a hombros. Confirmó la alternativa en Madrid el 5 de abril de 1920, con toros de la misma ganadería, con Joselito de nuevo de padrino y en presencia de Belmonte y Varelito... Aquel año de 1920 fue el de la muerte de Joselito, e Ignacio, que alternaba con su cuñado, tuvo que matar a Bailaor, el toro más famoso, trágicamente hablando, de toda la historia de la tauromaquia. En la temporada de 1920 toreó 90 corridas en España, y en México 19, compitiendo con el mexicano Gaona.
En el curso de 1928 a 1929 se matriculó en el Instituto de Educación Secundaria “La Rábida” de Huelva, con treinta y ocho años de edad, para terminar los estudios de Grado de Bachiller... El 25 de mayo de 1928 fue elegido 12º presidente del Real Betis Balompié, permaneciendo en el cargo hasta el 2 de septiembre de 1929. También tuvo un papel importante como mecenas de lo que luego se conocería como Generación del 27, algunos de cuyos miembros eran verdaderos aficionados a la tauromaquia y expertos taurinos. La primera vez que se reunieron sus componentes Federico García Lorca, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, entre otros, encuentro celebrado en el Ateneo de Sevilla en 1927 y que dio nombre a la generación, fue por iniciativa de Sánchez Mejías para conmemorar el 300 aniversario de la muerte de Góngora.
Separado siete años de los toros, en 1934 a la edad de 43 años, gordo, desentrenado y casi calvo, Sánchez Mejías decidió volver a los toros. Sus amigos no podían comprender la decisión. No le faltaba dinero y se había realizado, en una segunda carrera, como intelectual; había estrenado con éxito varias obras teatrales, daba conferencias literarias, estimulaba a poetas, ayudaba a volver a los escenarios a artistas olvidados del flamenco. Tenía, además, la aceptación y amistad de las más diversas esferas de la sociedad aristócratas, políticos e intelectuales como Lorca y Alberti. Reinicia su actividad en los ruedos y se presenta en Cádiz, San Sebastián, Santander, La Coruña y Murcia. Hasta su cita con el destino aquel lunes aquel triste del 13 de agosto de 1934 en Madrid, cuando falleció el torero Ignacio, literato y dramaturgo. El cadáver es conducido a Sevilla, siendo enterrado en la sepultura de su cuñado Joselito.
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