
Por ese obsequio, Churchill envió al torero en mayo de 1946 una carta, expuesta en una taberna de Linares. En ella se lee: «El toro tenía marcada claramente una V en la frente, y me dicen que fue muerto por usted en el día de la Victoria. Quiero darle las gracias por la parte que usted ha tomado de proporcionarme esta prueba que es expresión de la amistad y buenos deseos de España. Le ruego acepte mi felicitación por el feliz resultado de lo que debió ser dura lucha».
Cuando la muerte de Manolete en el verano de 1947 un telegrama llegó a su madre, Doña Angustias. Decía: «Señora, estoy muy apenado al conocer la trágica muerte de su hijo en Linares y quiero enviarle la expresión de mi más profunda simpatía. Me conmoví al recibir el noble trofeo de su hijo soberbiamente matado en la plaza de toros, enviado a mí con ocasión de nuestra victoria en Europa. Quiero añadir mis sinceras condolencias a todos los reconocimientos que Vd. ha recibido. Sinceramente suyo. Winston Churchill».
Carlos Abella comentó al respecto, a raíz de una exposición sobre Churchill en Madrid: «Son algo más que meras expresiones de cortesía e incluso se podrían interpretar como una muestra de que Churchill no compartía los habituales prejuicios anglosajones contra la Fiesta de los toros». Al igual que Hemingway, admiraba el riesgo y la gallardía, características atribuidas a los españoles. Abella considera, en concreto, el acto de entrega de «Perdigón» como «muy comprometido frente a la administración franquista, a la que costó despojarse de su inicial simpatía por las fuerzas del Eje y de su germanofilia».
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