Cada encaste tiene un comportamiento distinto a la hora de la salida al ruedo. Los toros de encastes vazqueños salen con fuerza y los vistahermosas, con algo de frialdad.
Un toro bravo saldrá con pies y rematando. Acudirá siempre a los cites y mostrará fijeza. Tras la primera toma de contacto con el capote no saldrá de los lances mirando tablas sino que volverá a acometer humillando. El torero le ganará terreno en cada lance y al toro no le costará salir hacia afuera. Rematada la serie de recibo, el toro no se irá por el ruedo a su aire sino que quedará atento para volver a acometer; de ahí que el lidiador necesitará sujetarlo.
Un toro manso saldrá dando vueltas al ruedo sin rematar en tablas sino buscando la salida, barbeando tablas o incluso intentando saltar al callejón. Con frecuencia se emplaza y no acude fácilmente a los cites. Luego, una vez que acude sale suelto o mirando tablas, o incluso huyendo hacia ellas. Escarba, retrocede, pasa por las telas sin acometerlas realmente. En cada lance, al contrario del bravo que sale hacia afuera, aprieta para adentro.
Un toro bravo pero descastado tiene reacciones son muy buenas pero no tiene motor o fuerzas para moverse. Un toro manso y encastado se mueve mucho, incluso con fuerza, pero sin fijeza y huyendo.
No es prudente que el público pite enseguida a un toro que acaba de salir y pierde las manos o cojea. Después del enchiqueramiento puede salir encalambrado y eso se le puede pasar al poco tiempo. Dar una o dos vueltas al ruedo como reconocimiento no tiene que indicar, sin más, mansedumbre; ésta se mostraría si las vueltas fueran frecuentes y una vez empezada la lidia.
Finalmente, el toro irá mejorando o empeorando según la lidia que le den el matador y sus peones.
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