El caballo es la auténtica prueba de la bravura y poder del toro bravo, tanto en la plaza como en el campo. Pero, ¿cuáles son las características que nos permiten diferenciar la bravura de la mansedumbre? ¿Podemos decir que es muy bravo un toro que se arranca a mucha distancia?
El caballo es la auténtica prueba de la bravura y poder del toro bravo, tanto en la plaza como en el campo, pues los ganaderos siguen aprobando sementales y vacas según sea la pelea del animal con el jaco. Puntualizar aquí que los ganaderos que seleccionan en base a la faena de muleta, cometen un grave error al dejar en segundo lugar a este termómetro de la bravura que es el caballo.
El tercio de varas tiene varios objetivos. Uno de ellos medir la bruvura, además de comprobar la casta y el poder de la res. El otro es quitar pujanza al toro, ahormar la embestida y que el animal sangre para que se descongestione.
Las varas importantes son las que vienen después de la primera, porque es a partir de la segunda entrada al caballo cuando el toro ya sabe a dónde va y lo que se va a encontrar.
El caballo no podrá sobrepasar la primera raya blanca pintada en el ruedo y el toro ha de dejarse en suerte detrás de la segunda, que tampoco podrá sobrepasar.
El toro bravo es aquel al que no le cuesta entrar al caballo que está en la contraquerencia. Ya citado por el picador, se arranca con alegría, embiste recto al caballo y no busca los pechos. Una vez ahí se crecerá en el castigo. Con la cabeza abajo y fijo en el peto, empujará con los riñones afiazándose sobre las patas traseras, recargará; romaneará; costará sacarlo del caballo y en ocasiones habrá que meterle el capote para "quitarlo". Si en los siguientes puyazos el toro sigue mostrando los comportamientos anteriores, estamos ante un gran toro. Se le da mucha importancia a la distancia desde la que se arranca al caballo, que desde luego es un aliciente y un espectáculo, pero lo importante es la pelea en el peto. De nada sirve un toro que se arranca desde 20 metros pero no pelea y se deja pegar.
Hay veces que los toros tardan en entrar al caballo en sus respectivos puyazos. Tardar un poco no quiere decir que sean mansos, sino tardos de condición. Sí indica mansedumbre una tardanza prolongada.
El toro manso muestra resistencia a ir al caballo, rehuye o hay que llevarlo casi debajo del peto. Es también comportamiento de manso irse a los pechos del caballo y engancharlo por delante, sin embestir de verdad. Manso de libro es el que se va al caballo que guarda puerta. Cuando se produce el encuentro el toro manso se deja pegar y no pelea; intenta quitarse el palo; hace sonar el estribo porque al no estar fijo cabecea; empuja con un pitón y deja fuera el otro para así tener un ojo puesto en una posible defensa; sale suelto. Muy manso es aquel animal que llega al caballo, topa y se va del encuentro. Para los siguientes encuentros con el caballo, confirman su condición de mansos aquellos toros que insisten en estos comportamientos. En la segunda entrada, otra de las cosas que definen a los toros mansos es la necesidad de cambiar al caballo de terrenos, ya que rechazan el sitio anterior por asociarlo con la pelea.
Un tema llevado no pocas veces a debate es el peso que conforman caballo, peto y picador. Hay quien opina que el peso es el adecuado, y quién piensa que tal cantidad de kilos va en contra del espectáculo, pues cuando el toro se topa con el caballo actual, es como si se encontrase con un muro imposible de derribar; un muro contra el que no puede, cesando en su ímpetu por frustración. Una especie de barrera psicológica que hace que el toro tire la toalla.
Si todo lo que se le haga al toro va a repercutir en cómo se comporte conforme avanza la lidia, no digamos del tercio de varas. La labor del picador es fundamental para el desarrollo de un festejo. El buen profesional dará el puyazo en el sitio y medirá bien el castigo. Porque si pica en el sitio conseguirá ahormar la embestida mediante la rotura de los músculos extensores o elevadores, lo que hará que el toro humille, siendo necesario que dé el puyazo en la caída del morrillo. En contra, si no pica donde debe, no conseguirá romper esos músculos y además posiblemente cause alguna lesión ósea, artícular o de otro tipo. Son escasos los toros que se pican en esa zona, quizá por la dificultad que entraña. Muchos picadores profesionales coinciden en la dificultad de picar en la caída del morrillo porque el cuello del toro queda prácticamente escondido debajo del peto del caballo y del estribo. Aun así, la zona adecuada es esa. No es opinión, es pura anatomía. Por poner un ejemplo, los toros que se pican muy atrás sufren daños que hacen que se "apaguen" durante la lidia. Además, la vara es correctora, por lo que un toro bien picado corregirá sus defectos mientras que los puyazos que caen en mal sitio pueden ampliar dichos defectos. En cuanto a medir los puyazos, lógicamente según la pujanza de cada toro el picador debe dar más o menos castigo.
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