Embajador del reino ganadero,
gastador del honor de la corrida,
baja, gentil, al ruedo, a la florida
alfombra de claveles del albero.
Comparte las palomas del torero
en la vuelta de oro, y deja unida
la noble mano sierva, a la rendida
cortesía del ala del sombrero.
Señor de una nobleza de zahones,
a la lealtad erige por venera
de sus fieles florones mayorales.
Y por el rumbo de las ovaciones,
vuelve a la para de su canción campera
para alentar con ella a sus erales.
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