
El trabajo de sus dibujantes (Daniel Perea, José Chaves, Ángel Lizcano) tenía una importancia especial al ser sus dibujos los únicos documentos gráficos que ilustraban las reseñas de las corridas.

Pronto se convirtió en referente de las publicaciones periódicas de su tiempo. Vivió y contó con genialidad la llamada Edad de Oro de los toros.

Se publicó ininterrumpidamente hasta el año 1900, aunque hubo una segunda época: en 1914 aparece otra publicación con el mismo título, con nuevo formato e ilustrada con reportajes fotográficos.
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