Mayores y pequeños siguen las explicaciones del novillero retirado Juan Luis Vera. Unos cogen las cornamentas; a veces un simple palo puede hacer las mismas funciones. Otros cogen los capotes y otros, las muletas; éstas se acompañan con las ayudas, que son simulacros de espadas, elaborados con material diverso, como madera, aluminio, quizás el bastón de un paraguas. No hace falta comprar una ayuda de material ultramoderno en carbures; ese tipo de ayuda de momento lo necesita sólo José María Manzanares.
Si yo cojo una cornamenta y hago de toro contigo, a los cinco minutos cambiamos. Tú me pasas el capote y coges la cornamenta. Es buen momento también para conocer un poco más a la persona con quien te combinas, que quizás es un recién llegado. Hay quien está paseando por el parque y, sintiéndose atraído por los colores de las telas, viene a ver qué pasa. Lo que pasa es que siempre hay alguien que le ofrece la muleta para trazar unos lances.
Es normal que uno sienta al principio un poco de reparo. ¿Yo puedo coger esto? Una mujer que había dejado fuera de la caseta-templete a su bebé en un carrito coge diligente un capote, lo sopesa y dice: “sólo con tenerlo entre las manos me da estremecimiento y siento como si estuviera un toro delante de mí”. Esa mujer desplegará el capote y lo moverá barriendo, primero despacio y después con alegría. Cuando lo suelta un sonrisa llena su cara y pasa a preguntar detalles de los movimientos. “Creo que el próximo día volveré por aquí”. Una niña de diez años había metido ya el carrito con el bebé en la caseta.
La próxima cita será el sábado a partir de las once de la mañana, hasta que la gente quiera, la una, las dos… Es una magnífica sistema de ponerse en forma.
Ver aquí artículo de masjerez.
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