El traje de torear es tan inseparable del torero como el mismo toro. Depositario de ancestrales tradiciones, pieza única de arte y artesanía, atuendo ritual y heroico, el traje de luces forma parte indiscutible de la Fiesta, a tal punto que no hay corrida de toros que no lo vista. Pero, ¿lo conoces a fondo? Si no es así, no te preocupes. En nuestro blog “vamos a hacer la silla” del torero, y vamos a ponerle nombre a cada parte del mágico atuendo taurino para convertirte en el mejor mozo de espadas.
La montera es el inconfundible tocado del torero. De color negro, está confeccionada con tejido suave y rizado (tradicionalmente astracán, habitualmente terciopelo) que imita el cabello, y forrada de tafetán o seda en su interior. Plana en su parte superior, se remata a ambos lados por sendas borlas semicirculares o machos, que sirven de protección de la cabeza en el caso de una caída lateral. Está profusamente trabajada con formas trenzadas, a base de morillas o borlas cosidas a mano. Debe su nombre al famosísimo matador Francisco Montes, “Paquiro”.
La castañeta es un postizo, de material semejante al de la montera, que los toreros colocan en la parte posterior de la cabeza, sobre la nuca, y que sujetan al cabello mediante un tornillo. Es una reminiscencia de la moña, o prenda de malla en forma de bolsa, adornada con cordones y cintas, que usaban los antiguos lidiadores para recoger el pelo o adornar la cabeza. Desde Belmonte, raro es que un torero luzca una auténtica coleta, pero se conserva la tradición de proteger esta delicada zona de posibles caídas mediante este postizo, que sirve además de apoyo a la montera. La castañeta conserva también todo el sentido ritual de la coleta taurina: “cortarla” fue y sigue siendo, sinónimo de adiós a los ruedos.
La camisa que viste el torso del torero es habitualmente de algodón blanco, se abotona por delante, y suele adornarse en el pecho con boleros o chorreras. La complementan un fino y liso corbatín de seda, y un fajín a juego, con el que se rodea y adorna la cintura. El calzado torero se denomina zapatilla, o manoletina – en honor al gran diestro Manolete –, y es negro a tono con la montera. Cómodo y ligero, se ajusta mediante un elástico al talón, y se decora con una lazo de raso.
El terno, o traje de luces propiamente dicho, lo compone un conjunto de taleguilla, chalequillo y chaquetilla, realizado en raso de color a juego, y completamente forrado de batista blanca.
La taleguilla es el calzón que visten los toreros, y que les cubre de la cintura a la corva, dónde se ajusta con cordones rematados con borlas o machos. Es muy ceñida, combinando raso y punto, para evitar posibles enganchones, y se sujeta abotonando unos tirantes. Cuenta con una necesaria abertura frontal, llamada bragueta, y que tiene su antecedente en el alzapón de los ternos de principios del siglo XIX. El bordado lateral y longitudinal que adorna la taleguilla se denomina banda, y sigue el mismo motivo o patrón decorativo que el resto del terno. Bajo la taleguilla suele vestirse un calzón protector, o, en estos últimos tiempos, unos leotardos. Un par de medias elásticas de vivo color rosa cubren la pierna del torero desde el pie hasta la rodilla, uniendo el calzado con la taleguilla.
El chalequillo, de pecho bordado y seis muletillas de guarnición, se viste sobre la camisa, y se ajusta a la espalda mediante un cordoncillo pasado por cuatro corchetes.
Pero es la chaquetilla la estrella del terno, y el corazón del traje de luces; corta, pero pesada, está abierta en la sisa para dar más libertad de movimiento a los brazos del torero, uniéndose mangas y cuerpo mediante unas ornamentadas hombreras. Delanteros y espalda incorporan seis milímetros de entretelas superpuestas, que forman una fina coraza y dan forma a la prenda. Esta chaqueta es la parte más lujosa del atuendo torero, una auténtica obra de arte cuajada de alamares y caireles, cazoletas y machos… todo ello ricamente bordado, y salpicado de multitud de lentejuelas, abalorios y pedrería, a los que el sol arranca las miles de luces que ponen nombre al terno de torear.
Ya está nuestro torero vestido, y listo para pisar el ruedo, pero nos falta la guinda: el capote de paseo, esa bellísima capa corta de raso o seda, lujosamente adornada con bordado y pasamanería, que lucen los toreros únicamente durante el paseíllo o desfile inaugural de la corrida, y en la que, según la tradición, “se recogen el miedo”…
Montera, Morillas
Chaquetilla, Hombreras, Alamares
Chaleco
Corbatín
Tirantes
Faja
Taleguillas, Banda, Machos
Medias
Zapatillas, Lazos
Capote
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