El año 2016 tiene para la tauromaquia española varios signos destacados. Por una lado podemos señalar que artísticamente ha emergido una nueva hornada de grandes toreros, que jurídicamente el Tribunal Constitucional ha dictaminado que los toros no se pueden prohibir ni en Cataluña ni en ningún otro lugar de España y que la nota negra ha sido la muerte del torero Víctor Barrio en julio. Por otro lado están las cifras frías de las estadísticas; el mercado taurino ha caído pero no tanto como otras disciplinas culturales.
El número de festejos mayores (corridas de toros, novilladas, toreo a caballo y festivales benéficos) cayó un 8,3% con respecto a 2015. Se han celebrado 1.050 tardes de toros, 95 menos. Al tiempo, los "festejos populares" están marcando récords históricos y se han disparado más del 16% en los dos últimos años, ya que muchos municipios pequeños están optando por sustituir las novilladas por encierros, que son más baratos.
Las corridas de toros han sido este año 443, 7 menos que en 2015 (-1,5%). Para ver la medida de esta cifra recordemos que en los 80, que no se considera un decenio de decadencia, la media fue de 476 corridas anuales, cifra parecida a la de este año. Los festejos de rejones han totalizado 195 (-4,8%) y se han celebrado 216 novilladas con picadores, 42 menos que el año anterior (-16,3%). Además, los festivales se han desplomado un 15,5%, por los costes que acarrean.
La reducción de los festejos celebrados en las plazas de toros se ha concentrado en cuatro autonomías: Madrid, Castilla-La Mancha (que se convierte en la más taurina de España, con 200 festejos), Castilla y León y Extremadura, que han celebrado 100 festejos menos que en 2015. En el resto de España, la tauromaquia repunta. No olvidemos que se han anulado muchascorridas por causas políticas, pero, al igual que el Constitucional, los juzgados locales han determinado en 2016 de forma categórica que abolir excede la "discrecionalidad municipal".
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