En las últimas temporadas se ha podido comprobar cómo 𝗠𝗼𝗿𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗣𝘂𝗲𝗯𝗹𝗮 intenta recuperar las buenas formas del toreo de antes incluso en detalles que pueden ser considerados menores y que al público le pasan desapercibidos. A la hora de cortar las orejas como trofeo, su subalterno tiene orden de sacarlas pequeñas, como se hizo siempre.
Ello contrasta con la moda que se ha extendido últimamente de cortar apéndices que llevan detrás medio toro; ése es un descuido más de los que se tienen en el espectáculo que debería ser el más grandioso de España. Sí, grandioso por cuanto un hombre se juega la vida y a veces la pierde; ¡como para andar tonteando y quitándole importancia a todo!
Comparemos la imagen de Morante, que casi no puede ni prender los trofeos (delicadeza en un artista), con la de El Juli, que se lleva carne, diría Rafael de Paula, como para “montar una gandinga”.
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