El 31 de mayo de
1914 se concede por última vez la alternativa a un picador. Fue otorgada en la plaza de Madrid a Tomás Castillo Relámpago, a quien su compañero Manuel Gil Cachiporra le cedió la vara y, como práctica de aquellos tiempos, tuvo que actuar en los seis primeros tercios de la corrida. El toro de la alternativa se llamaba Matajacas, de Esteban Hernández.
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