miércoles, 28 de agosto de 2019

De Pedrajas al Marqués

Cuando el último conde de Vistahermosa se deshizo de la ganadería familiar, parte de su torada acabó en manos del Barbero de Utrera, llegando ésta tras tener como propietarios a Arias de Saavedra y luego Murube, hasta que llegó a Fernando Parladé.

Fernando vende un lote de vacas y un toro de nombre Bandolero a Francisco Correa, natural de Guillena, quien los disfruta muy poco tiempo, pues decide enajenarla a Félix Moreno en 1915. Poco le dura al señor Moreno Ardanuy, quien estaba detrás de adquirir la torada del marqués de Saltillo, dado que en 1918 la vende a Antonio García Pedrajas.

La nueva vacada pasta en el término municipal de Almódovar del Río, concretamente en las fincas Fuenreal y Mesas Altas. Antonio la aumenta con reses provenientes de Gamero Cívico, de igual origen parladeño, presentándose en la capital de España el día 31 de mayo de 1925.

Tras fallecer García Pedrajas, así como luego su hijo, la ganadería es heredada por sus tres hijas, Magdalena, Marina y María García Natera. Finalmente queda como única titular la primera, que compró su parte a Marina. María vendió la suya a Isaías y Tulio Vázquez, cuyos herederos aún la conservan.

La parte de Magdalena, quien la disfrutó hasta 1946, fue vendida a Salvador Noguera, que al poco tiempo la vende a Salvador Guardiola Fantoni, responsable de su registro en la unión de criadores a nombre de su esposa, María Luisa Domínguez Pérez de Vargas.

Antes de su fallecimiento, Antonio García Pedrajas había vendido un lote de reses a los hermanos Mora Figueroa, quienes la aumentaron con otras del Conde de la Corte y de Juan Pedro Domecq Nuñez de Villavicencio. Estas terminaron en manos de Salvador Noguera, y en 1951 la transfiere al Marqués de Domecq.

El Marqués configuró un tipo de toro que ha dado un juego muy del gusto de profesionales y públicos durante muchos años. Hoy, la sangre que modelara el marqués está en vías de extinción, ya que pocas son las ganaderías que la conservan. Los toros de Albarreal tienen ahí su origen, que difiere bastante de lo que se conoce como encaste Domecq, aunque fuese el marqués de dicho apellido quien les dio la personalidad.