sábado, 11 de mayo de 2024

La Tauromaquia como rito, según Simón Casas

 

El empresario taurino Simón Casas, en el programa Es la Mañana de esRadio, habló con Andrés Amorós y Jiménez Losantos de sus memorias "Pases y pases". dijo lo siguiente:

"La historia de la tauromaquia es un ritual, precisamente el de la vida y la muerte. Plante, por lo tanto, la ecuación fundamental de toda la existencia, la esencia de la filosofía: ¿Quién soy? Pues soy un ser vivo que va a morir.

Lo que nos cuenta la tauromaquia es la historia de la vida de cada cual y de la vida colectiva de todos los individuos. Nos lo cuenta con belleza y con la participación de otro artista. "Hay dos artistas en la plaza: el torero y el toro, el animal y el hombre. Al contrario de lo que puedan pensar algunos, el animal, que es cierto que va a ser sacrificado ritualmente, se eleva a la altura del hombre y éste se pone en igualdad con el animal, cada cual con su naturaleza.

El instinto de este animal no es pacífico, no lo obligamos a combatir ni a cambiar de condición. Eso es una ecuación bastante llena de matices porque es existencial y, en el momento actual donde nuestra juventud está constantemente en búsqueda del sentido de la vida, eso es tomar en cuenta que somos mortales. La tauromaquia es una gran misa, un gran ritual, que nos permite acercarnos a la cuestión eterna de quiénes somos viviendo para morir y buscando valores existenciales. Habría menos droga y menos delincuencia si la sociedad actual fuera capaz de ofrecer a la juventud rituales que enseñan los valores existenciales.

La tauromaquia es arte, es cultura, lo que quiere decir estética y filosofía. El toro, el único animal autorizado para matar al hombre. La tauromaquia nos permite, igual que la música de Beethoven, ir del dolor a la alegría. La alegría la sintetizaría como aceptar el sentido de la vida que es la meta más profunda. No se puede saber lo que es vivir sin entender algo de lo que es morir. No hay que ver la muerte de manera negativa y menos la del toro de lidia porque si el toro de lidia fuera un animal al que se le forzara a combatir y a morir como víctima quizás todos estaríamos en contra de la tauromaquia porque todos estamos en contra del maltrato animal.

No es así porque el toro de lidia es único animal a quien el hombre deja actuar en plena libertad, como corresponde a su naturaleza, a lo que es. El hombre le autoriza, si acaso, a herirlo o matarlo y lo reconoce de manera absoluta y total en la realidad de su naturaleza. Es cierto que va a morir pero si cualquiera de nosotros fuera un animal, antes que ser un pollo, un bovino de matadero, un pajarito a merced de una escopeta, querríamos ser un toro de lidia para que nuestra muerte precisamente justifique el sentido y la grandeza de nuestra vida.

Si sólo se vive una vez se debe vivir con gloria y eso el hombre intelectual, con su cultura, lo ha entendido. Le damos al toro de lidia la posibilidad de darle sentido a la realidad de sus instintos. Eso es elevar el animal a la condición humana.

En toda la temporada taurina en la plaza de toros de Madrid habrá 1 millón de espectadores (en 2023 hubo 868.784, 40.000 más que en 2022) y este San Isidro 2024 que comienza el 10 de mayo con Morante de La Puebla habrá 17 o 18 tardes en las que se va a llenar el coso de la calle Alcalá. Se han recuperado los casi 18.000 abonados que hace más de una década que se habían perdido y estamos en un nuevo renacimiento de asistencia de público y de público joven.

La Fiesta enseña a la juventud algo que primero le sorprende y que luego le da una guía de investigación de la entrega, de la búsqueda de belleza, de la creación de grandes emociones y de una reflexión sobre el sentido de la vida. La tauromaquia es una ópera donde la actriz principal es la muerte y donde se muere de verdad. Hay muchas artes importantes, pero, como decía Lorca, el arte de las artes, la cultura de las culturas, podría ser la tauromaquia.

La supuesta decadencia viene, al contrario de lo que dicen algunos, por motivos políticos exclusivamente. Todo empezó con Cataluña, donde se prohibió porque era la Fiesta Nacional y además ahora mismo no está prohibida. Eso es politiqueo. Los políticos franceses son más inteligentes en este caso porque reconocen la excepción cultural regional. En Francia no hay problema con la tauromaquia y en el Sur está autorizada porque se respeta al pueblo y a su historia. Allí los aficionados a los toros no son imperialistas, no queremos dar toros en París o en Bretaña. Sin embargo, en España hay una gran confusión entre lo moderno y lo tradicional. No hay que utilizar el patrimonio cultural del pueblo para transformarlo en instrumento político e ideológico.

Históricamente la izquierda española ha sido aficionada a los toros. Actualmente también. Lo que pasa es que algunos se esconden un poquito a pesar de su gran pasión por los toros. Hay que distinguir entre izquierda e izquierda radical. Ésta es fruto de muchas cosas, pero en la actualidad no deja de ser una expresión del wokismo: te tienen que enseñar a ser como ellos quieren que seas y a pensar como ellos piensan. ¡Pues no! La libertad y la cultura son sinónimos, no puede haber cultura sin libertad de pensamiento. La tauromaquia es un gran arte de una gran modernidad, a pesar de sus raíces históricas, porque no sólo plantea lo que es de actualidad sino que es una llave de futuro”.

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